Odio (Parte 2)

 

Odio las construcciones lingüísticas de mi soberbio discurso, la violencia fonética que lastima, y la fuerza ilocutiva de mi sintaxis nerviosa.


Odio que mi discurso se agote cuando solo deseo escupir vocablos ponzoñosos. Odio que el infierno se apodere de mi lengua y solo consiga expulsar toxicidad. Odio el deseo de asesinar al ignorante, y de fundir con intelectuales e hirientes palabras a su escaso cerebro.


Mi arrogancia me consume y será mi perdición, porque disfruto aun cuando arde, me ahoga, y me quema como mil soles fundiéndose dentro de mis carnes. 



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