Carta a una orquesta
Querida Orquesta Lamas: Ay, "pequeño tesoro Lamas", en tu interior hay joyas del más alto valor que seguirán brillando sin importar el lugar en el que se encuentren. Sin lugar a dudas extrañaré ese intenso color azul: tan brillante como los zafiros, tan infinito como el mar y tan apacible como el cielo, ese azul que solo a ti te queda bien. Estoy muy orgullosa de ti, Orquesta Lamas: de cada violín, viola, cello y contrabajo; de cada flauta, oboe, clarinete y fagot; de cada corno, trompeta, trombón y tuba; de cada timpani, platillo, bombo, triángulo y castañuela; y, por supuesto, de cada entrada que marcó la batuta. Hoy demostraste tu pasión y tu ímpetu. Asimismo, diste a conocer lo grande que eres y lo grato que es escuchar la música interpretada por ti. Aunque suene a cliché debo decirlo: esto no es un "adiós", sino un "hasta luego". Sigue creciendo, cree en ti y dalo todo siempre. Solo hay una cosa que hacer: seguir haciendo música, seguir