Desconocidos


No me conoces. No sabes quién soy, de dónde vengo ni hacia dónde voy. No tienes idea de cómo mi mente divaga al cruzar las calles o al caminar por la acera. O al viajar en tren viendo pasar las estaciones como estrellas fugaces frente a mí. Ni siquiera te imaginas lo que siento cuando sobre mi cama cada noche mi cuerpo reposa. 
Aquel día que te necesité no estabas, y todavía hoy continúas ausente. Ya no espero nada, o sí, pero no de ti. Y lo que más me exaspera es que te sigo necesitando, aunque tal vez no es a ti, sino a lo que está dentro de ti. Te ansío lejos pero estás cerca. Te deseo cerca pero estás lejos. Solo somos dos desconocidos que creen conocerse. 
No comprendes el camino que siguen mis pasos. Y no lo entiendes porque sencillamente tú no eres yo. Vives pero estás muerto, no obstante, aunque estás muerto nunca estuviste más vivo. Quizás nunca sabrás que muchas veces escribí para ti. Aunque, a decir verdad no quisiera que te enteres. 
Qué escritos tan malos aquellos, nocivos en todos los sentidos imaginables. Qué triste que ahora cuando te miro solo siento odio y repugnancia, y que ese sentimiento cada día solo crece más. Y sé que tú también me necesitas. Y me gustaría estar ahí aunque tú no estuviste allí, pero ya de nada sirve intentar [yo no quiero intentarlo]. Y quizá pasarán días, meses, años... Y seguiremos siendo los mismos desconocidos con ganas de conocerse. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

SUERTE

Odio (Parte 2)

Un gran sueño